VIDAS EJEMPLARES CON DISCAPACIDAD

Tuve mucho miedo al saberlo…

Sentada en su silla de ruedas, Mónica sonríe a cámara con la entrevistadora tras ella y sonriendo igualmente a cámara

Pero a la vez estaba tranquila porque Dios estaba conmigo.

Últimamente muchas personas me han preguntado por qué “estoy” en silla de ruedas, esto al empezar a ver fotos en facebook en donde uso una silla de ruedas. Les contaré desde el principio.

A finales del año 2006 fui diagnosticada con esclerosis múltiple, una enfermedad del sistema nervioso que afecta el cerebro y la médula espinal. Lesiona la vaina de mielina, la que cubre y protege los nervios. Esto hace que los mensajes del cerebro al cuerpo puedan ser más lentos o, en peor caso, puedan ser bloqueados. El tipo de esclerosis que me diagnosticaron es remitente-recurrente, lo mejor de lo peor por decirlo así.

Tuve mucho miedo al saberlo, pero a la vez estaba tranquila porque Dios estaba conmigo y no me dejaba desmoronarme. Sabía que Dios tiene un propósito para todo, pero no entendía cuál era. Al principio empezó con una neuritis óptica (inflamación del nervio óptico) y con debilidad en una pierna. Los dos síntomas se quitaron, a eso se refiere la palabra remitente.

Pasaron los años, pasaron infinidad de síntomas que aparecían y, gracias a Dios, desaparecían. Pero esto, no solo afectó mi cuerpo, sino también mi autoestima. Poco a poco empezaba a pensar que no valía nada, y que no iba a ser capaz de lograr todos los sueños que tenía porque no sería capaz. Era una batalla entre creerle a Dios y creerle a los pensamientos negativos y enfermizos que tenía dentro. Un momento llegué a decirle a Dios que quería morirme e irme con Él porque ya no aguantaba más. Fueron muchos años en que poco a poco me iba sintiendo como muerta por dentro.

A pesar de todo yo trataba de estar mejor. Encontré una dieta; sin gluten, sin azúcar, sin lácteos. Sí, podría parecer muy difícil, pero noté el cambio desde que la empecé. Ya no más recaídas feas como las que pasaba antes. Conocí a un doctor con especialidad en homeopatía, el cual me ha ayudado mucho también a mantenerme estable. Y conocí a un buen fisioterapista que me ha ayudado a fortalecerme y me empuja a hacer ejercicio y no dejarme vencer. Pareciera que estoy haciendo propaganda, pero solo quiero mencionar a las buenas cosas y hermosas personas que Dios ha puesto en mi vida.

Yo andaba siempre con una sonrisa por fuera, pero una mezcla de alegrías, tristezas, inseguridad y miles de cosas más por dentro. Dios ha trabajado en mí a través de los años, y sigue trabajando. Yo trataba de servirle, buscarle y  entender porque ahora era una persona con “discapacidad”. Esa palabra fue difícil aceptarla en mí.

Al tener una discapacidad, me alejé mucho de lo que solía hacer antes. Empecé a usar un andador para caminos cortos y una silla de ruedas si el camino es largo. No salía tanto, no veía tanto a mis amigos. Esa soledad me hizo conocerme mucho más, ser introspectiva y entender muchas cosas, leer mucho sobre formas en que podía estar mejor. Empecé a, poco a poco, aceptar mi discapacidad. Empecé a leer sobre personas que no dejaban que una discapacidad los detuviera, y así, me encontré con una página web de una asociación, Asodispro, que dice que ayudan a personas con discapacidad a conseguir trabajo. Mandé mi currículum y esperé. Unas semanas después me llamaron para decirme que podría haber un trabajo disponible en unos meses, pero que aparte querían saber si me interesaba ser la persona encargada de relaciones públicas de la asociación. Yo ya estaba tratando de abrir mi mente y no dejar que mi discapacidad me detuviera, así que dije que sí.

Empecé ayudando en un seminario, fui maestra de ceremonias de otro seminario, después tuve una entrevista en la radio, y lo último, los que estamos a cargo de Asodispro fuimos entrevistados en Un Show con Tuti. En todo esto, Dios me hizo despertar, acepté mi discapacidad y Dios trabajó en mi autoestima; sé que soy una valiosa hija de Dios. Me di cuenta que una discapacidad física no puede detenerme, que la discapacidad más que en el cuerpo, está en la mente. Si te pones obstáculos en la mente, tendrás obstáculos como sea que estés. Hay muchas formas de llegar a un mismo lugar, y sé que puedo llegar a donde me lo proponga; caminando (trabajando en eso), con un andador, con una silla de ruedas, o como sea.

A través de esto descubrí que me gusta la locución y en si, las relaciones públicas. Siento que encontré el propósito que Dios tiene para mí, que sus sueños se volvieron los míos y ahora quiero servirle con todo lo que he aprendido. Quiero decirles a todas las personas que estén pasando por algo parecido que no hay nada que pueda detener a alguien con la actitud correcta, es nuestra mente la que nos detiene.

Es hermoso como a través de todo lo que en un momento fue horrible para mí, ahora puedo dar testimonio de cómo Dios fue mi fortaleza en cada momento y puedo ayudar a alguien más. El propósito de mi vida es hacerlo.  Realmente creo que Dios terminará de sanarme. De adentro para afuera, o como sea que Él lo haga, pero Él lo hará. Mi trabajo es creer, hacer lo posible, Dios hará lo imposible.

Con todo esto no digo que no siga habiendo momentos difíciles, luchas, cosas aun por superar, pero de la mano de Dios voy para adelante. He aprendido que el cambio no es un evento, no es un momento, es un proceso.

Hagan algo hermoso y transcendental con cualquier cosa que les pase, sea buena o sea mala. La vida se hizo para vivirla, gozarla y trascender. No dejen que nada los detenga.

Respiren hondo, párense y conquisten el mundo!

Un artículo para Asodispro® de Mónica I. Figueroa M. Exsecretaría Relaciones Públicas.

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